
Abriendo lo ojos.
El 24 de julio 2017 comenzó nuestro primer viaje solidario. Nuestra pequeña Fundación ha vivido con mucha emoción este curso puesto que por primera vez hemos podido realizar una actividad de este tipo con nuestros propios recursos y nuestra propia estructura. Esperamos que este sea el comienzo de una actividad creciente dentro de nuestros objetivos fundacionales.
Si bien cogimos el avión el 24 de julio lo cierto es que el viaje había comenzado muchísimo antes, allá por Noviembre de 2016, en un pequeño café de Madrid, surgió la idea de visitar los proyectos con los que colaboramos en la India y de hacerlo con un grupo de gente joven (de entre 18 y 25 años) sin experiencia en voluntariado internacional.
Comenzó así un largo proceso de entrevistas y formación cuyo resultado ha sido un grupo de 8 jóvenes de diversas procedencias que tenían la inquietud de abrir los ojos a una nueva realidad, completamente desconocida para ellos, y con ganas de ver el mundo con otros ojos.
Pasado el medio días del 24 de Julio, cogimos nuestro primer avión rumbo a la India, rumbo la ciudad de Calcuta, ciudad de contrastes, ciudad que la Madre Teresa puso en la conciencia de Occidente, pero sobre todo ciudad de posibilidades y de historias que cambian la propia vida.
Tras unas cuantas horas de vuelo, con los correspondientes retrasos, pérdidas de maletas, comidas de plástico y vecinos incómodos… aterrizamos en el aeropuerto internacional de Calcuta el día 25 de julio entorno a las 8 de la mañana (hora local).
Allí nos esperaba Antonio Mesas, Director de la Fundación Colores de Calcuta en India, que se convirtió en nuestro anfitrión y nuestro “ángel” durante estos 17 día de experiencias.
Llegar a Calcuta es como cambiar de dimensión, en la cara de todos se perfilan el asombro y la curiosidad, son tantos los estímulos que los ojos son incapaces de captarlos todos y la mente no es capaz de procesar toda la información que está recibiendo, pues a la vez que la información tu cuerpo tiene que reaccionar a la humedad que generosa te regala una patina de sudor, que sólo te abandona los ratos de aire acondicionado, y que se convierte en compañera de fatigas de una forma que no podías imaginar.
Una vez llegados al albergue e instalados honramos a Santiago Apóstol, Patrono de España, con un buen bocadillo de jamón y una “ligera” siesta, descanso de los ojos y de las mentes, embotadas por el viaje y la sobre-exposición a un mundo que se nos presentaba inexplorado.
Esa misma tarde visitamos la Casa Madre de la Misioneras de la Caridad que se convertiría en nuestro “Cuartel General Espiritual”, allí, junto a la tumba de Madre Teresa celebramos al Eucaristía y encontramos por primera vez una marea de voluntarios de diferentes nacionalidades, voluntarios de todos los tipos, japoneses que vienen un día, voluntarios de semana, de mes, voluntarios permanentes que dejaron sus historias y sus vidas y asumieron India como su propia historia…
Y sin mucho más que contar nos recibieron con los brazo abiertos esas camas duras, y un torbellino de futuribles, miedos, y ganas que apenas dejan descansar la mente las primeras madrugadas en India.
Las jornadas comienzan temprano en Calcuta, a las 6:00 a.m. las hermanas de la Caridad celebran la eucaristía con todos los voluntarios alimentando sus almas para el día que comienza, y también sus cuerpos con el chai y los plátanos verdes, indiscutibles protagonistas de las mañanas calcuteñas.
Durante esta primera semana nuestro trabajo se centró en los proyectos que mantiene en la ciudad de Howrah, conretamente en Pilkana, el barrio en el que se forjó la novela “La ciudad de la Alegría”, la Fundación Colores de Calcuta, con la que colaboramos habitualmente.
El centro médico, la unidad de niños desnutridos, la guardería y la casa de acogida para niñas, nos han permitido descubrir un conglomerado de historias, de personas que en contextos socioeconómicos de extrema pobreza nos enseñan como la vida se abre paso y con esfuerzo y voluntad las cosas y las personas pueden cambiar.
Fueron días de dulce en los que sólo hay que preocuparse por abrir los ojos del corazón y recibir con humildad todo lo que se nos regala, desde los colores y los olores, hasta las sonrisas y las miradas… en esta tarea nos ayudó María, directora de la Fundación Colores de Calcuta en España, que con su hindi-bengali-inglés fue nuestra guía e interprete en este Nuevo Mundo de sensaciones, incluidas las culinarias. El mapa de los currís y dahls no tiene secretos (aunque si sorpresas) para nosotros hoy.
La segunda parte del viaje nos adentramos un poco más en el mundo de la Santa Teresa de Calcuta, y fuimos testigos directos de la vida y el trabajo de una congregación, las misioneras de la Caridad, que inspiradas por Jesús Crucificado y por Madre Teresa consagran su vida al servicio de los más pobres entre los pobres.
En un gesto realmente admirable, que ya comenzó en vida de Madre Teresa, las casas en las que asisten a estos desheredados de los hombres reciben voluntarios que llegan creyendo que viene a salvar el mundo, y se van sorprendidos porque son los pobres los que les han salvado de la miopía de sus rutinas.
Los meses de verano la cantidad de voluntarios que visita Calcuta y los centros de Madre es ingente, especialmente el número de españoles es muy llamativo, y la vida del voluntario se construye entre oraciones con las sisters, los encuentros con el resto de peregrinos de la solidaridad y los pantalones bombachos y demás componentes del uniforme bohemio del voluntario.
Nirmal Hidray (Kaligat), la casa de moribundos; Prem Dan, el hospital para enfermos crónicos, y el dispensario de Shishu Bavan fueron los proyectos en los que estorbamos y pusimos nuestras mejores intenciones durante esta segunda etapa del viaje. Lugares de trabajo intenso, a veces agotador, pero al mismo tiempo lugares de paz y reconciliación con uno mismo y con el género humano, lugares de por qués y de respuestas con las manos, lugares de VIDA…
Ha habido otros muchos protagonistas en nuestro viaje, las lluvias monzónicas, los picantes, el calor, las ratas y los mosquitos, la polución y el ruido, el aire acondicionado, los moto-rikso (una vespa con caparazón en la que caben 7 u 8 personas), los regateos, los olores, los mercados de las flores y de la carne, los templos hinduistas, la llamada a la oración de las mezquitas… todos ellos son parte central de nuestras historietas y anécdotas, pero son actores secundarios en una historia, nuestra historia en India que nos ha servido para abrir los ojos. GRACIAS.
Han participado, junto a los responsables de la Fundación Peque de Lara, Alejandro Díaz de la Rosa (Madrid-Colegio “Valdeluz”), Fernando Medina García-Larios (Málaga- Colegio “Los Olivos”), Jaime Prieto Buznego (Madrid-Colegio “Valdeluz”), Álvaro López Martínez (San Lorenzo de El Escoria- R.C. Alfonso XII), Gonzalo González-Simancas Carballo (San Lorenzo de El Escoria- R.C. Alfonso XII), Alfonso Lajara Heredia (San Lorenzo de El Escoria- R.C. Alfonso XII), Fernando Muñoz Moyano (Madrid-Colegio “Valdeluz”) y Pablo Jarabo Valdivieso (Madrid-Colegio “Valdeluz”), a ellos, a los PP. Agustinos (Valdeluz, Los Olivos y Alfonso XII son colegios de los agustinos del Escorial), a las Misioneras de la Caridad, a la Fundación Colores de Calcuta y a todos los donantes muchísimas gracias por haber hecho posible esta maravillosa experiencia.