
Una encuesta realizada en China en 1995, mostraba cómo los jóvenes estaban más preocupados por sí mismos que por el país o la sociedad. Tres son los temas principales que les afectaban: profesionalidad, ingresos y familia. En definitiva, están preocupados por sus necesidades básicas: comida, vivienda, necesidades materiales y sexo. Su objetivo: la autorrealización.
Como consecuencia de ello, muchos grupos religiosos intentaron llenar el vacío espiritual y moral como forma de encontrar un sentido a la vida. Y, a pesar de que el gobierno incitaba a sus jóvenes a imitar a sus héroes nacionales, no todos resultaron ser tan materialistas, muchos dedicaban sus vidas a servir a la Iglesia y a la sociedad, eligiendo el camino de la vida religiosa católica en China.
Tan sólo hay cuatro o cinco congregaciones masculinas locales en el país, pero las mujeres chinas, han sido y siguen siendo una importante fuerza en la Iglesia Católica china. Muchos testigos avalan se dedicación desinteresada e incuestionable a la Iglesia, incluso, hasta el punto del martirio.
La historia es testigo, sobre todo, desde la llegada de Mao al poder en 1949, y, especialmente durante la Revolución Cultural de 1966-76, cuando la vida religiosa fue suprimida hasta finales de los setenta, momento en el que resurgió con fuerza renovada en Comunidades y Congregaciones. Fueron capaces de recomenzar su Vida religiosa, gracias a las hermanas más ancianas y a los obispos locales, aunque, siguiendo la política de las tres Autonomías: autonomía, auto-propaganda y auto-administración, no les fue permitido pertenecer a Congregaciones internacionales. Hoy en día, la realidad es más flexible.
Las vocaciones proceden de las comunidades católicas rurales, principalmente de las provincias norteñas de Hebey,Shauxi y Shaansi. En un tiempo no muy lejano, los padres alentaban a sus hijas a ser religiosas, pero hoy en día es diferente, debido, principalmente, a la política de un solo hijo.
Las Congregaciones se financian de diferentes formas: unas a través del obispo diocesano, otras dirigen sus propias guarderías, dispensarios o clínicas. También, haciendo ornamentos litúrgicos, cultivando hierbas medicinales o gestionando comercios.
Algunas hermanas trabajan con leprosos, otras, están muy involucradas en algún tipo de trabjo social, medios de comunicación y ayuda a pacientes con sida. Todo ello mientras realizan su trabajo de pastoral y la difusión del Evangelio.
La formación en la vida religiosa ha sido una de las principales preocupaciones y en las últimas décadas, esto, ha cambiado considerablemente. En algunos casos, la formación ha mejorado mucho con la creación de centros de formación. En otros casos, las hermanas han viajado a otros países, como Filipinas, y han regresado a China, contribuyendo de este modo a la renovación de la Vida Religiosa.